lunes, 6 de junio de 2011

CIUDAD ANTIGUA

Hemos cabalgado de nuevo (o sea, otra vez) y subido a lo alto. Desde allí el horizonte y el atardecer como en un cristal que refleja la luz que se oculta. Tres estrellas cintilan en mi camino, mientras en el poema un lucero guía al trío de reyes.
La oscuridad de la noche nos cubre con anuncios de lluvia, pero está muy lejana y sólo es el pincel de un travieso pintor. La frescura del aire regala ensueños, pensamientos, sueños… Muy cerca el agua descansa plácida, mientras colores venidos la adornan y el cielo se mira vanidoso.
Como todos los años he vuelto a nacer (¿seré un ave fénix…? No, no lo creo). Día para el festejo... Veo a lo lejos una vieja cigüeña que se aleja sonriente.
La noche se ha ido, ha quedado el recuerdo y la alegría. Mi corcel está de nuevo en sus andanzas, lejano quedó el lero-lero y hemos de seguir “al infinito y más allá...”

2 comentarios:

  1. La imagen está de ensueños... Felicitaciones sir Alberto. En cuanto a tus relatos aventureros, los sigo muy de cerca. Y hablando de aventuras, ¡qué difícil es comentar en este espacio!!!!

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  2. Hola, Sir Alberto, me encantó esta entrada. Me fascinó lo del nuevo nacimiento y la cigüeña que se aleja sonriente. Lindo tu blog. Gracias por compartir.

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