No puedo negar que soy un caballero a la antigua, pero con ideas acordes con la época que me corresponde vivir. Dentro de esa manera de pensar hay un rechazo al machismo. Ese que por mucho tiempo ha alejado a la humanidad de una vida mejor.
Para explicarme os dejaré saber algunas de las que me parecen las más idóneas maneras de actuar (dos puntos).
Estoy muy de acuerdo que al momento de levantarnos luego del saludable descanso nocturno, sea la mujer quien arregle la cama. Sus delicadísimas manos son capaces de cubrir el lecho dejando caer la sábana como brisa fresca cuando hay calor.
La limpieza de la casa (el aseo, pues) es un trabajo femenino. Les da a ellas la ocasión de danzar como princesas de cuentos de hadas. Recorrer sobre nubes la casa en suave “vaivén” de ritmos celestiales.
Un trabajo casero que sí es de machos, pero que las damas ejecutan como prodigiosas directoras de orquesta es lavar los trastos de la cocina (léase ollas, platos, etc.). Es grandioso verles la agilidad con que mueven las manos. El cómo acarician tazas y cubiertos. La habilidad para evitar que el líquido jabonoso se distraiga de su función esencial.
Por último y para finalizar, dejaré para otro momento el discernir sobre el lavado de la ropa, labor hogareña exclusiva del hombre, aunque…
Mi señor de brillante armadura, explique usted con verbo pausado, cuales son las arduas tareas hogareñas que realiza un valiente caballero andante como su merced ¿...?
ResponderEliminarNo quisiera creer que desdeña estas labores, que requieren a veces de su fortaleza y virtud para realizarlas y contribuyen a la dulzura de las horas de solaz y descanso de sus cansados huesos
Quizá por eso vuestra merced prefiere sus andanzas fuera de palacio en vez de una relación dialéctica que enaltece el espíritu y envejece las manos.
ResponderEliminar¡Caramba caballero andante! Ese verbo tan exquisitamente utilizado esconde tras de sí un paradigma claramente definido… cada palabra pincha como espinas de un vergel de rosas…
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