viernes, 21 de octubre de 2011

EPI LANIA AYOLOJO

La isla americana, la isla más grande de los mares terrestres. Isla dividida en dos extensiones: Venezuela y los demás países. Los primitivos habitantes viviendo en sus propias creencias. Pero llegó el descubridor, y con él los conquistadores, y con ellos las supersticiones religiosas. El enfrentamiento fue terrible: al trueno del arcabuz el vuelo de la flecha. Es en ese ambiente donde crece la leyenda. Sus padres, los hechos acaecidos. Su madre, la imaginación humana.

Tüitüi e’ichi, simple habitante de una tribu costera... Al bronce de su piel le cubre el guayuco. Nobles los sentimientos, extraordinaria la fuerza. Sobresaliente tan sólo entre sus hermanos paternos, no se le conoció compañera. Colgaba a su cuello la imagen dorada de un dios, y al que se atribuían poderosos poderes. Nadie conocía el significado de aquello.

Una joven y con... cierta belleza, enamorada del valiente trabajador, una noche de eclipse fue hasta el dormitorio de su amante. Silenciosa evita los ruidos delatores, pero el singular olfato auditivo percibió la presencia. Presto a la defensa se levantó con agilidad felina. Al verla sus músculos tensos se relaxjaron y un extraño brillo se desprendió de sus negras pupilas. El deseado abrazo no se hizo esperar. La voz femenina susurraba al oído, al tiempo que preguntaba sobre el significado de aquel misterioso collar. La respuesta varonil no alargó la espera: -Aashaje'eraa iipünaa anülia.

jueves, 20 de octubre de 2011

EL ENCONTRONAZO*

Hace unos cuantos años llegaron tres naves de palo que salieron del Puerto de Palos a caerle a palos a los habitantes presentes y descendientes desde hacía siglos en este continente…

El tipo, un tal Colón, les ofreció un negocio a Portugal y a Inglaterra, pero estos se negaron y entonces se fue a España (¡olé!). Aquí también le informaron que de su idea, “nanai nanaina”.

Como perrito con la cola entre… corrió hasta Francia pero aquí… No, aquí no, pues, los curas no le dieron tiempo a que llegara y lo conminaron a regresarse a Cabildo… (Lo siento, esa es otra historia de trescientos años más adelante)… y lo conminaron a volver a España en donde ellos (los curas) hablarían con sus majestades los Reyes Católicos de España (¡y olé! -otra vez-).

Se sentaron (Cristóbal y los Reyes) en las sillas adjuntas a la mesa de negociaciones… (¡Qué difícil es aflojar billetes!)… Pidieron prestado, empeñaron joyas y listo: ¡resuelto el problema económico!

Por cierto, olvidé decir antes que, lo que el tal Cristóbal buscaba era viajar por “la mar océano”, pues según él, había otro camino para llegar a las Indias (no precisamente chicas bellas), uno más cómodo (un camino), ya que se había enterado que la Tierra era… tal vez no me lo crean, que la Tierra era redonda… (En aquellos años de mil cuatrocientos y tanto aún se pensaba (algunos lo hacían) que la Tierra era plana, que el Sol y la Luna giraban alrededor de ella… (¡Qué molleja!).

Se dice (no me lo crean a mi) que los primeros en llegar por estos lares fueron vikingos. Que lo hicieron por allá arriba hace como mil años por donde hoy se encuentran los Estado Unidos (USA)…

Continúo: el tres de agosto de mil cuatrocientos noventa y dos, con ciento veinte tipos, sale Colón del puerto que pronosticaba lo que iban a hacer con los que encontraran por la vía. Las tres naves eran… adivinen: rogando a Santa María que la Niña se ponga tremenda Pinta…

Durante dos meses navegando y con sólo agua y cielo la tripulación se quería amotinar, pero Coloncito tenía labia y pudo controlarlos. Diez días después (dicen, tampoco me lo crean) que un tal Rodrigo de Triana (que al parecer no fue el que se puso gritar)… bueno, grito: ¡Tierra! ¡Tierra! ¡Tierra!.. y se ganó unos realitos que habían ofrecidos los Reyes al primero que viera algo más que agua… ¡Ah! pero el muy vivo de Colón lo montó en la olla, pues dijo que en la noche anterior había visto una lucecita en la lontananza… y cobro los cobres…

Era doce de octubre del mismo año descrito arriba cuando desembarcó en un territorio que llamaban Guanahaní, actualmente denominada Watling, por allá por las Bahamas, y como el Colón se creyó su dueño y señor la llamó San Salvador, porque dizque lo salvó de regresar derrotado a España en donde le iban a cobrar billete sobre billete y él no iba a tener con qué pagarlos.

Lo primero que hizo Colón al tocar tierra fue: clavar una cruz, decir que todo eso era de él en nombre de los Reyes Católicos españoles y ponerle el nombre que dije antes…
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* Publicado en Amerispanos (14 de octubre de 2007).

viernes, 7 de octubre de 2011

19 DE ABRIL DE 1810

Es la llamada semana santa por algunas religiones. Es un tiempo que por estos lados la católica controla casi todo el espectro. Infunde temor y terror al tiempo que habla de un padre amoroso. Larguísimos sermones mantienen a la gente en los templos mientras el calor los sofoca. Amos y esclavos por las calles.

Se escucha un alboroto por una de las esquinas de plaza mayor, esa que también es mercado. Soldados detienen al Capitán General y lo obligan a regresar al Cabildo de donde no debió salir con el cuento de que iba a misa y sabiendo cómo estaban las cosas (además, no tendríamos ese día de asueto en nuestro presente). En este percance había un cura involucrado (cuándo no).

Los Amos del Valle como los llamó un escritor del siglo veinte (Francisco Herrera Luque) pugnaban por quitarse de encima a los amos españoles y ser solamente ellos los únicos amos. Discusiones y habladeras se entremezclaban con chismes. Vicente Emparan decidió realizar un plebiscito improvisado y verbal con la gente que se encontraba en la plaza.

Una vez en la ventana y con Madariaga (el cura que mencioné antes) a su retaguardia preguntó con voz que pudiera ser escuchada hasta por el más lejano: ¡Atención, atención! Les habla vuestro Capitán General… Señores, ¿queréis que os siga gobernando en nombre de su Majestad Don Fernando Séptimo de España?

Nota: entre ese pueblo reunido había infiltrados de los que querían el cambio político. Regaditos por aquí y por allá y que a una señal convenida con el curita tomarían acción.

Seguimos… Fernando Séptimo de España? Casi al unísono todos comenzaron a gritar: ¡No, no lo queremos! (la señal de Madariaga fue con el dedito moviéndolo de un lado al otro)… ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

- Puesto que así lo queréis, yo tampoco quiero mandaros. He de renunciar…

Viernes santo, 20 de abril de 1810… o unos días después, no lo recuerdo, Don Vicente fue llevado al Puerto de La Guaira y embarcado (no embarcado de que lo dejaron esperando, sino embarcado de que lo montaron en un barco) con un rumbo que lo alejaba para siempre...

Venezuela comenzó a ser dueña de su destino, aunque faltaban tragos amargos… ¡Y los que estamos bebiendo! (Esta última oración puede ser eliminada en caso de que no se esté cumpliendo al momento de leer mi relato).

VOCACIÓN

Durante muchos años fui sacerdote hasta que…

Trabajé los domingos y en fiestas patronales. Llevé a muchos niños a entrar en nuestro mundo sin saber (ellos) a dónde iban y sin entender (ellos) lo que pasaba. Adoctriné a otros más grandecitos en lo que yo creía, sin preguntarles en qué creían (ellos). Uní parejas para toda la eternidad sin tomar en cuenta las realidades de la vida. Escuché con paciencia lo que muchos consideran sus pecados e intenté orientarlos por el camino que a mí me habían mostrado. Estuve presente en momentos de tragedia de mis hermanos a los que sin embargo no corrijo cuando me dicen “padre”, aun sabiendo que hay uno sólo…

Cambiando un poco del tema, recordaba con especial agrado a una linda feligresa…

Prosigo. Tengo un recuerdo muy especial que marcó de por vida mi vocación. Fueron muchas las palabras que derramé sobre seres humanos que estaban prontos a “saltar el charco” (muy pocos se han devuelto desde la orilla). Fue en uno de esos momentos que tuve que recapitular todo lo aprendido.

Era un hombre de setenta y ocho años que tenía en su haber unos cuantos toques en su experimentado cerebro. Me fue a buscar la hermosa muchacha de la que antes hablé, hija del difun… perdón, del viejito en trance. Le pedí que se sentara a mi lado mientras terminaba de desayunar y sin ofrecerle nada. Cuarenta y cinco minutos después caminábamos hacía una casa hogar.

Llegados al sitio la muchacha se tenía que ir y se fue. Me quedé a solas con el acostadito, porque así estaba. Apenas me acerqué y luego de bendecirlo le dejé saber que quería llevarle “la palabra de Dios”. Él aún con su voz entendible me ripostó: - Pierde su tiempo, padre, dentro de poco conversaré directamente con Él… ¿quiere que le dé un mensaje o algún encarguito de su parte?