lunes, 6 de febrero de 2012

EN UN LUGAR COMÚN*

A Jaqueline de los Ríos.

Su forma, la forma simbólica de los corazones. Su color, el color simbólico de la pureza. Su centro, hueco y de la misma forma. Me ensució las manos, no supo comprender que lo había tomado con ternura y limpiado con mis caricias... Bueno, no importa, al menos suena bonito.

Esperaba el autobús donde tenía que esperarlo.

No había visto al corazón y le di con el pie, que si se lo pongo encima lo espaturro, (o me caigo), estaba solito: ¡Qué extraño, ¿quién tiraría su corazón en la avenida? ¡Cuántas veces yo al mío lo he dejado rodar!!! ¿Será por eso que está tan aporreado?

Casi al instante llegó un entrépito y descubrió un continente: ¡Caramba, que suerte, te has encontrado un corazón. Seguro que alguien piensa en estos momentos en ti. Le pelé los dientes y se creyó que le sonreía.

Esto ocurrió hace ya bastante tiempo. Iba al sitio inequívoco para tomar mi ruta. El paso lento y la mirada en los pies... en los zapatos: No quería un curioso en mis pensamientos. Pero soñaba con conseguir algo que me despertara, -menos mal que no fue un poste-. En el carrito me llevé un susto: La cartera guardaba suaves latidos.
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* Publicado en la revista “Para las Telarañas” Nro. 6. 1990. Págs. 75. (Centro de Investigaciones Lingüísticas y Literarias “Andrés Bello” (CILLAB) del Instituto Universitario Pedagógico de Caracas. Hoy Universidad Pedagógica Experimental Libertador- Instituto Pedagógico de Caracas.)

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