A mi amiga Noralis Ochoa
Cuando esta historia comenzó el diluvio solamente era un capítulo de la Biblia y los chinos ya habían inventado el artificio que permitía atravesar las paredes (los latinos del antiguo imperio lo llamaron puerta).
El arcoiris estaba allí con nuevos colores: el blanco mostrándonos lo hermoso de sus fronteras, el rojo del crepúsculo haciendo más misterioso el azul de sus mares y verdes relámpagos iluminando nuestro mundo…
El nazareno brindando a sus campos el suyo.
Es que después de levantarse y reconocer ante el espejo que la vida es alegría, observarla es reconfortarse con la existencia.
Pero llega la tarde… O mejor: y llega la tarde para que la despedida suene a campanario llamando a misa de las ocho y cuarto de la mañana.
Muy bonito. Esperemos el resultado de la destinataria. Saludos. *^.^*
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