jueves, 1 de marzo de 2012

CAMINO A LA ARENA ENCONTRÉ A FLOR


He colocado el arnés donde va, sentándome luego en el pórtico de mi castillo comencé a planificar. Puse en mi “porsiacaso” lo necesario para un día de sol y brisa del mar…

Me he levantado antes del amanecer y tomé el arnés de donde va. Con la primera claridad parto y cabalgo feliz… Mas de pronto mi potro se detiene, negándose a avanzar. Me apeo, lo reviso… y nada. Cuando en medio del camino un gris maletín negro. Lo tomo y para mi sorpresa, al abrirlo, nada consigo.

Ya es media mañana y poco falta para llegar a mi destino (ya voy pensando en una sombra). Me detengo, descanso por un momento del largo camino recorrido. En mi mente y en sus ancas aún se encuentra el maletín. Al instante veo a un anciano viajero con muchas pequeñas cosas en sus manos. Me acerco, le hago llegar lo encontrado por mí y decido llevarlo a su destino.

En su humilde residencia me obsequió con un delicioso vaso de agua. Estuvimos hasta comienzos de la mitad de la tarde en una agradable conversa, pero era mi hora de proseguir…

El paisaje es hermoso, los horizontes verdes y montañas en lejanías… hace más de mucho tiempo que cabalgo. En la distancia veo por espacios el punto de llegada, una lejanía azul. Mi vista acostumbrada a las extensiones abiertas no deja escapar un brillo en el paso de mi cabalgadura.

Lo tomo y con grande sorpresa me percato que es una… ¡Qué ocurre! ¡Ante mí que perciben mis ojos!: es mi propio castillo… Vuelvo la mirada hacia la imagen que acabo de tomar del suelo. La miro por poco tiempo y me fijo que es un dibujo de Flor, uno de los personajes de la película Bambi… 

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