sábado, 30 de abril de 2011

UN DÍA ESPECIAL*


Dedicado al Autor

Algunas veces camino hasta mi casa. El pensamiento centrado en ella, en su largo silencio. Lo demás ocurre rutinario: Golpear la puerta, presionar el timbre, o utilizar la llave. Una llamada y alguien no contesta. Con sus brazos extendidos me espera la silla sin brazos. Interrogo a mi conciencia y ella responde...
¿Cuándo llegará la hora?.. Mi hermosa bata de baño descansa sucia en el perchero. ¡Cuánto tiempo sin lavarla! Me la pongo y bajo a los dominios de la regadera y la poltrona (salón de lectura, musa de poetas, switch de ideas...). Ya pronto a bañarme rompo la ilusión, decidiendo finalmente por ducharme. Pero, antes quise sentirme importante, que llegaran a mí ideas renovadoras. Debo confesarlo, sentí un gran desahogo. Después sí, ¡me bañé!
Intento calmar mi impaciencia. Voy al espejo, y dando una vuelta de esta forma, y otra así, compruebo con satisfacción: Está bien planchado. Alargo el brazo y saco una camisa. La desabotono -desabotónola- para hacer todo contrario después que me la haya puesto.
Me fijo, no sin asombro, que calcé mis zapatos sin antes ponerme las medias. Resuelto el percance, y relajando los nervios sin encender cigarrillo alguno, pues, no fumo, busqué una elegante corbata que no me luce, por lo que opté por una que sí.
Casi todo está listo. Hasta un paltó crema adorna mi ahora perfumada presencia. Reviso puertas y ventanas. Las abiertas las cierro. Las que no, las dejo como están. Los interruptores los aprieto, -sólo aquellos que permiten el paso de electricidad-. Me acerco a la cocina y tranco la llave del gas. Busco un espejo cercano, y dando una última mirada me digo:
- ¡Vaya muñeco e’ torta!
Los toque finales: Nudo de corbata, botones de paltó, puños de camisa... y salgo a paso rápido en busca de mi lecho, me desvisto y a... dormi... r...
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* Publicado en la revista “Para las Telarañas” Nro. 3. 1983. Págs. 31.(Centro de Investigaciones Lingüísticas y Literarias “Andrés Bello” (CILLAB) del Instituto Universitario Pedagógico de Caracas. Hoy Universidad Pedagógica Experimental Libertador- Instituto Pedagógico de Caracas.)

miércoles, 27 de abril de 2011

EL COLOR SUBLIME

El negro es el color más sublime, aunque lo llamen valor.
Cuando los colores se toman de las manos y se hacen uno con el Universo convergen en el negro.
En él y con él se puede alcanzar el descanso. ¿Quién cuando quiere un relax no cierra los ojos?
Los inicios de las creaciones, los principios de los infinitos, los nacimientos de las evoluciones son negros, todos son negros.
Sólo en la oscuridad de la noche se pueden observar las estrellas. Es en la oscuridad donde la luz muestra la belleza de su brillo y deja sentir su poder de iluminación.
Escogimos la noche para dormir y descansar. Es en la oscuridad de la noche cuando el mundo tiende al silencio. Cuando el cuerpo, la mente, y alma se sientan a conversar, a contarse sus experiencias y aprendizajes.
Tendemos a los placeres y a la intimidad entre las sombras, aun cuando al inicio haya sido por vergüenza o temor.
Las muertes de las eternidades, los finales del siempre y el nunca y el jamás son negros, todos son negros.
En muchas culturas cuando las almas alcanzan un nuevo peldaño en su evolución, se les guarda el luto con negros vestidos. Vestirse de negro es vestirse de gala: para una despedida, para una fiesta, para un encuentro…
Por ser negra la noche hermoso es el día, más claro, más limpio…

domingo, 24 de abril de 2011

VEINTE BOLÍVARES

Antes me preguntaba por qué algunos hombres llaman a sus parejas féminas “mamacita”, “mami” y etcétera por el estilo. Llegué a creer que por «edipismo inconsciente», pero luego descubrí la razón: al no tener Adán madre compensaba su carencia llamando a Eva de esa manera (ella tomó venganza llamándolo “papito”)…

Por no ser el primer ser humano creado (según uno de los libros más conocidos) yo si fui concebido. Gracias a ello tuvimos una madre con quien muchas veces compartimos alegres encuentros donde recordábamos situaciones. Como aquella de «los veinte bolívares» (bolívar, signo monetario en Venezuela).
En el siglo pasado, a mediados de los sesenta (estoy en el veintiuno) con la cantidad de bolívares arriba dicho, se hacía un mercado para una semana y una familia de dos adultos, una adolescente y seis niños (conmigo ya tomado en cuenta).
Al mercado iban los adultos, nosotros a los “chinos” (decíamos entonces). Transporte hasta la casa, incluido un paseo mientras se iban distribuyendo a otros clientes. En una caja de cartón los productos.
Un sábado cualquiera (para proteger su identidad daré un nombre ficticio al protagonista que junto conmigo hicimos historia) Ramón y yo recibimos de nuestra madre el monto que da título a esta narración y la lista de los productos a comprar.
En alguna parte del camino nos encontramos con un señor… Antes de seguir les comento que ese mandado lo hacíamos sin mucho entusiasmo… Sigo: nos encontramos con alguien que amablemente se ofreció a hacerlo por nosotros. Entonces y de acuerdo con sus instrucciones, le dimos el dinero y la lista. Allí estuvimos hasta su regreso. Estábamos muy contentos… Han pasado más de cuarenta años y lo continuamos esperando.
Ya en este siglo y para evitar que el cuento «siguiera siendo contado», en uno de aquellos momentos en los que mi madre lo contó de nuevo, le di veinte bolívares.

miércoles, 20 de abril de 2011

SEMANA SANTA


Voy a deducir otra cosa y a comentar algo que no comprendo. Aunque diferentes, tienen relación. Siempre he creído que mayores son los de más edad o los más grandes (lo grandioso tiene su propia palabra).

Comienzo: en nuestro llamado calendario gregoriano las semanas tienen siete días (todas), no hay una mayor que la otra… Ahora sí comprendo, “dios creo al mundo” en una fecha equivalente a lo que hoy llamamos semana santa, significando eso que es la primera semana nacida y por eso la mayor.
El otro punto: cuando prometemos hay que cumplir y no dejar la responsabilidad en que pague otro (y aquí vengo yo otra vez con mi ignorancia)… No sé por qué, nunca se lo pregunté y ya no me podrá responder, pero mi mamá hizo una promesa que yo debí cumplir: “vestirme todas las semanas santas con una bata morado-nazareno”. Y si mal no recuerdo, eso lo cumplí hasta que tuve unos diez años… Menos mal que no se le ocurrió ofrecer que fuera descalzo por sobre planchas de zinc caliente o arrodillado de la casa a la iglesia (caminando, más de una hora).
¡Tan bellos los padres de antes!

FLORENTINO Y EL DIABLO


Un Ángel me explicó como en el poema de Alberto Arvelo Torrealba, “La leyenda de Florentino el que cantó con el Diablo” este último fue vencido por Cantaclaro, que es el otro nombre con el que se conoce al primero, y que, de paso, da nombre a una de las novelas de Rómulo Gallegos.

Por cierto, en alguna parte leí que mi tocayo lo que quería era escribir una novela para difundir la leyenda del Quitapesares… Entonces… leyó la novela de Rómulo (que le pareció extraordinaria). Gracias a ese encuentro nació lo que sería una obra complementaria de la susodicha novela (lo de complementario lo digo yo, que quede claro).
El contrapunteo lo conocí inicialmente a través de un disco (de acetato), en donde la voz de Juan de los Santos Contreras daba vida al Diablo (sin ser superado, aunque haya otros muy buenos, y esto también lo opino yo) y José Romero Bello a Florentino.
El Ángel Antonio me explicó que una de las reglas de ese contrapunteo en específico es que cada cantante debe comenzar con la última línea que haya dicho el anterior. Por razones esotéricas, el diablo no puede pronunciar en ninguna de sus formas a la “Santísima Trinidad”… ¿Se dan cuenta? Es por eso que al “Capitán de la Tinieblas” después de las coplas del Catire no le quedo más que “compases de silencio”…
De todos modos se agradece a la legión de santas, vírgenes, a san Miguel y al santo niño de Atocha sus buenas intenciones…
                                El Diablo:
                                Donde manda capitán
                                usté es vela caída
                                yo altivo son de la mar
                                               ... ...
                                para que no me responda
                                ni se me resista más.
                                Capitán de la Tiniebla
                                es quien lo viene a buscar.
                                Florentino
                                Es quien lo viene a buscar.
                                Mucho gusto en conocerlo
                                tengo, señor satanás...
                                               ... ...
                                ¡San Miguel! dame tu escudo,
                                tu rejón y tu puñal,
                                Niño de Atocha bendito,
                                Santísima Trinidá.
                                Narrador:
                                En compases de silencio
                                Negro bongo que echa a’ndar
                                ¡Salud, señores! ¡El alba
                                bebiendo en el Paso Real!
Notas: El uso de tantos paréntesis es un homenaje a mi amigo, profesor, guía, José Además, a quien le gustaba el uso de ellos. Más adelante vendrá algo mejor.
He recibido millones de correos en donde me preguntan quién es el tal Juan de los Santos… les respondo: “El Carrao de Palmarito”.

LOS ARROCEROS


Estuve en una conversación muy seria con el amigo Faustino, el cual me puso al tanto de algo que formaba parte de mi ignorancia: ¿quiénes o qué son los arroceros? (en este caso, aquellas personas que les gusta meterse en las fiestas a donde no les han invitado: esos son los arroceros).

Es tradición en muchos matrimonios eclesiásticos (tengo tiempo que no asisto a uno, pues no me han invitado), que al salir de la iglesia a los que antes eran novios les lancen arroz para desearles prosperidad con felicidad incluida.
Resultaba entonces que algunos no-invitados, vestidos pepito con traje de gala incluido y unas bolsitas en los bolsillos se ubicaban por donde necesariamente saldrían los ahora esposos (pararse en la entrada de la iglesia no era estar en la fiesta… pero)… ¡Ah! La gente ya sabía del truco y cuando les veían llegar decían: ahí vienen (o ahí están) los arroceros… Y por supuesto, cuando el cortejo pasaba los susodichos sacaban de sus bolsillos las bolsitas y comenzaban a lanzar los granitos blancos.
Tal vez por eso inventaron luego la campana que guindan como piñata en la entrada del local donde se va a celebrar el acto fiestero, y que cuando los novios pasan por debajo les cae el arroz encima (por supuesto, siempre que no haya una falla técnica). Lo que no fue impedimento para que el truco de la bolsita ya no hubiese hecho su trabajo, aunque ya no sé utilizara…
Por cierto, por ahí están, cerca de los tragos, los pasapalos y la música… Eso sí, no trajeron regalo.

domingo, 17 de abril de 2011

LA FE DEL PUEBLO


En años pasados, ahora y por mucho tiempo la fe del pueblo se exalta con la procesión de una de las tantas imágenes que guardan las iglesias “oficiales”. Celebran una de las tantas festividades religiosas que siempre están celebrando... Cada feligrés tiene su imagen milagrosa, su santo patrón, su virgen protectora…

La fe del pueblo también se exalta en otros altares, altares en donde el aborigen, el esclavo, la diosa y el héroe se dan la mano con los santos del párrafo anterior.
La fe del pueblo une los dos altares en busca de su felicidad, mientras los representantes “oficiales”  de uno de ellos le coartan la libertad de elección al otro...
En la antigua Roma, el antiguo Egipto, la antigua Grecia, la antigua Mesopotamia y en las demás antiguas civilizaciones antiguas, sus respectivos pueblos llevaban ofrendas a sus dioses representados en imágenes.