jueves, 16 de agosto de 2018

MECHE


 “… se está bañando a las orillas de un río…”
Simón Díaz

Meche habita un pueblo bastante alejado de la frontera, la que cruzó hace más de un año. Ahora es soltera, siempre lo ha sido, no le gusta estar sola. Ha hecho buenas relaciones con sus vecinos y tiene varios pretendientes, con uno de los cuales ya comienza a encariñarse.
Hoy está sentada junto a una de sus nuevas amigas bajo la sombra de unas palmeras Cera de Quindio.
–Entonces, amiga, ¿cómo es el cuento de tu escapada a estas tierras?
–Ya te lo he contado unas cuantas veces.
–Es que es muy divertido –diciendo esto y dejando ver una amplia sonrisa.
–¿Tú sabías que te estaban buceando?
–Al principio no. Cuando me di cuenta me vino un chispazo a la mente: la oportunidad de escapar de mi aburrido esposo.
–Y te resultó, ¡y muy bien...! Te he visto echándole ojitos a Pedro.
–Eso es otra cosa… Pero así es.
–Bueno, sígueme contando.
–Sigo: en la mañana salí temprano a bañarme al río...
–Pero en ese río hay caimanes.
–Sí, pero no a todo lo largo. Hay sitios seguros.
–Entiendo... ¡Aja!: te fuiste temprano a bañar al río...
–Sí. Me zambullí tal como lo hacía Eva en El Paraíso. –Y sonríe pícara–. El agua estaba deliciosa. Salía, me zambullía, nadaba... me estaba deleitando un mundo.
–¡Qué envidia!
Innegable que Meche también se divertía, aunque más viendo a su amiga que contando la historia.
— o —
Sabana es un pueblo bordeado por el río que le dio su nombre, igual a él es tranquilo y extenso. Situado al sur de un estado llanero y a considerable distancia de la frontera con los países vecinos debe su auge económico a la cría de ganados lecheros y sementales.
Cerca de una de las más prósperas haciendas está la casa que ocuparan Simón y su concubina... Hoy está solitaria... Bueno, dentro están dos hombres que beben y hablan sobre cualquier cosa: el uno de su tristeza, su dolor, y el otro... Este...
Simón el coplero. Vive de pueblo en pueblo animando fiestas. Le gustan los juegos de azar, las peleas de gallos y todo aquello que tenga que ver con las juergas, sobre todo "empinar el codo", como se dice popularmente. Está deprimido, tomando más de la cuenta. Siente que tiene motivos: su mujer, el amor de su vida se ha ido para siempre... Y para colmo se le escapó la cacería en el río...
Narciso también es de Sabana, siempre ha vivido allí. Enamorado de Meche nunca fue correspondido, ya que está desconfiaba de él, lo consideraba chismoso, intrigante e hipócrita (para completar el trío). Es charlatán, conoce a todos en el pueblo... Y todos "lo conocen". No se sabe de oficio alguno que desempeñe, aunque dice hacer de todo. Cuando alguien quiere contratarlo alega siempre estar haciendo algún otro "trabajito".
Simón y Narciso hacen que conversan y comparten. Mientras el primero habla y bebe, el otro bebe, se prepara algo en la cocina y curiosea por toda la casa.
— o —
–Amiga, ahora viene lo bueno: en una de esas salidas me percato que escondido entre las ramas alguien me observa. Estuve a punto de salir corriendo, pero fue cuando me llegó el chispazo y empecé a nadar hacia donde sabía que estaban los caimanes.
–¡Qué miedo!
–Tranquila. No soy tan pendeja... Me fijo entonces que el tipo se levanta de pronto, nervioso y asustado, resultando ser Narciso un vecino y amigo de mi esposo. Entonces sale corriendo hacia el pueblo… De inmediato intuí hacia donde iba y a qué… Lo que me da tiempo a seguir con mi ocurrencia sin saber cómo terminaría...
–¡Ah tipo pa' sinvergüenza!... ¿Y qué hiciste?
–Segura de que no había más nadie salgo por entre unos árboles. Me iba a devolver para recoger la ropa, pero lo pensé mejor: dejarla.
–Se escucha divertido.
–Me fui muy nerviosa. ¿Te imaginas?: desnuda y corriendo por el monte.
–Divertido, sí... Lo imagino.
– Por suerte no me topé con nadie. Llegué hasta la casa de una de mis vecinas que a esas horas no se encuentra y agarré uno de sus vestidos tendidos al sol...
–Todavía lo estará buscando –Y suelta una deliciosa carcajada.
–Me lo puse y salía a toda prisa. Ya en la autopista, en la vía que no sale del pueblo, empecé a pedir aventón, o cola como se dice en mi país... Pasaron varios carros hasta que se detuvo un camión de cargas y me monté. El chofer iba solo, era atacón y galante, pero respetuoso. Rodamos como cuatro horas hasta llegar al pueblo más cercano a la frontera... Y ya ves... Aquí estoy.

Enviado al Concurso Relatos Cortos Sinergias Servicio Editorial. 1ra. Edición. (España). (2018). Incluido en la Antología de Relatos:Sinergias.

jueves, 14 de junio de 2018

LA BRISA


Brisa que con el viento
     hace caer las hojas.
Brisa que viene y se aleja.
El primer frescor…
     ¿Lo es todavía…?
Cielo despejado… y en un instante
     árboles en rítmico vaivén.
Constante el soplar
     refresca el rostro
         desde la lejanía…
Siento la brisa y recuerdo
     que no había ilusiones ni esperanzas
         ni sueños compartidos…
Siempre una sonrisa…
Brisa que se aleja del paisaje
     transformándose en la distancia
          fresca cual esparcía
              el aroma de las flores…
Sin promesas
     se disolvieron las ilusiones…
Mis pensamientos se aceleran,
     se manifiestan mis emociones,
     y me lleno de nostalgia
         cuando me alcanza la brisa.