viernes, 21 de octubre de 2011

EPI LANIA AYOLOJO

La isla americana, la isla más grande de los mares terrestres. Isla dividida en dos extensiones: Venezuela y los demás países. Los primitivos habitantes viviendo en sus propias creencias. Pero llegó el descubridor, y con él los conquistadores, y con ellos las supersticiones religiosas. El enfrentamiento fue terrible: al trueno del arcabuz el vuelo de la flecha. Es en ese ambiente donde crece la leyenda. Sus padres, los hechos acaecidos. Su madre, la imaginación humana.

Tüitüi e’ichi, simple habitante de una tribu costera... Al bronce de su piel le cubre el guayuco. Nobles los sentimientos, extraordinaria la fuerza. Sobresaliente tan sólo entre sus hermanos paternos, no se le conoció compañera. Colgaba a su cuello la imagen dorada de un dios, y al que se atribuían poderosos poderes. Nadie conocía el significado de aquello.

Una joven y con... cierta belleza, enamorada del valiente trabajador, una noche de eclipse fue hasta el dormitorio de su amante. Silenciosa evita los ruidos delatores, pero el singular olfato auditivo percibió la presencia. Presto a la defensa se levantó con agilidad felina. Al verla sus músculos tensos se relaxjaron y un extraño brillo se desprendió de sus negras pupilas. El deseado abrazo no se hizo esperar. La voz femenina susurraba al oído, al tiempo que preguntaba sobre el significado de aquel misterioso collar. La respuesta varonil no alargó la espera: -Aashaje'eraa iipünaa anülia.

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