Cual caballero andante Lady Mary Eva, descendiente de lores, me ha retado y, de manera inequívoca, lanzado su guante (de goma, amarillo y oloroso a lavaplatos de limón que no huele a nada). Lo he levantado, colgado a mi cinturón y aceptado el desafío: decir para que somos los hombres.
La lista es larga, pero baste un ejemplo para admirar la capacidad hacedora y creadora del macho de la especie. Duro fue el aprendizaje y alto el costo para la humanidad. Fue por nuestra primera falta y abstención en el caso que seguimos padeciendo.
“Los hombres somos para escuchar a las mujeres”, así de sencillo. No debiendo ir más allá de esa simple regla, al hacerlo dejamos de ser lo que deberíamos…
(Adán escuchó a Eva y no supo limitarse, sino que ¡tuvo que seguirla! y la siguió… todos conocemos el resultado, el desenlace, las consecuencias...).
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