La
lectura es una acción agradable. Cada libro un suceso: vivimos, nos
transportamos, viajamos por mundos y dimensiones. Cada uno es único, uno mismo
es diferente en cada lector. Difiere en las etapas de nuestro transitar. Un
libro leído veinte años ha es otro cuando volvemos a él…
Me ha ocurrido algo extraordinario. Una distancia considerable. Vinieron a mí, recuerdos. Experimenté una nueva aventura: sentado en un local de comida rápida (de esos en los que en largas colas y en seleccionar entre pocos menúes, pero incontables opciones se nos va parte del tiempo) he tomado uno de los morrales mientras los niños juegan en el parque. Al abrir uno de ellos (de los morrales, no de los niños) me he topado con una sorpresa…
Entre mis manos pasaron las hojas y con la mirada las páginas. Allí estaban las mismas oraciones, las mismas palabras. Otros significados: “mimo a mi mamá”, “papá lima la pala”, “chino”, “cacho”, “coche”…
Vuelvo a guardar el libro y dejo que mis emociones vivan su experiencia…
Es interesante la lectura de esas lecciones (la hoja publicada). Cada palabra tiene un sentido profundo acerca del amor recíproco de madre e hijo. No sólo es decifrar los códigos, también es el significado de las palabras conformadas.
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